La canción empezó a sonar y ya no estabas ahí.
Las sombras quisieron volar y reinar.
Porque el sueño se rompió y siento el abismo.
Pensar bien es volver y volver a un punto de partido que se
esfumó.
Las cadenas tienen los eslabones demasiados sueltos y
golpean al poeta que muerde el polvo.
No quiero sentirme bien si sangra la letra.
Se que el deseo aniquiló al verdugo idiotizado con el reloj
de arena.
Guardé las cartas que nada decían y pedían que el destino
elija la mejor aventura.
Porque me quebré y caí en pedazos sobre el rehén.
Esperé que las grietas construyeran el laberinto para seguir.
Lo que guardé en cajas de oro perdió el valor cuando la
luna jugó a la noche.
Y traté de negar, de
escapar, de mentir y de engañar mientras mis manos buscaban el libro de las
verdades que escribió el mayor farsante .
Sepultados entre recuerdos se hayan los mártires que no
querían las caricias porque no sabían que hacer con ellas.
En el adiós todos nos parecemos.
No importa si el susurro me ensordeció o el grito me calmó
mientras guiaba el ciego.
Me desperté de mi propia novela. Cerré el libro. Lo tiré dentro de una biblioteca que no podía soportar mas mediocridades y me levanté porque todavía siento latir bajo mis pies la próxima hoja en blanco.
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